El Chacho soñaba y hasta se creía que era automóvil. Todos los días bajaba por Ambrosio Velazco desde la cancha de Alto Perú, respetando como buen conductor las esquinas. Al llegar a la Rambla revisaba el aire de sus gomas y cambiaba el aceite en la estación de servicio de 9 de Junio. Y luego raudamente emprendía su marcha paseando al aire libre de la costa.
Muchos no lo conocían por su nombre, lo llamaban Mustang, y él felíz aceleraba su auto imaginario y realizaba sus paseos diarios.
El Chuqui era otro personaje del barrio, con unos lentes gruesos como fondo de botella, y su sueño máximo era ser locutor. Todos los días caminaba por las calles del barrio y con su voz finita iba relatando acontecimientos y repitiendo los populares comerciales de la radio.
Un día se encontraron. Se miraron. Y de repente uno de ellos le sugirió al otro una idea que tenía.
Se sentaron en el cordón de la vereda, hablaron por un largo rato. Los vecinos los miraban sorprendidos, que podía resultar de esa unión era lo que se preguntaban.
Era febrero, mes del carnaval. Luego de un rato se pararon los dos, se acomodaron sus ropas y juntos comenzaron a andar por las calles del barrio ante la mirada atónita de todos.
El Mustang encendió su coche imaginario, aceleró varias veces para calentar el motor, puso primera y arrancó. Detrás el Chuqui con una rama haciendo de imaginario microfono y con su voz finita iba anunciando la programación del tablado del Unión Atlética para esa noche de carnaval.
Los vecinos salían a sus jardines para verlos pasar, y ellos felices como nunca!!! habían juntado sus sueños y lo estaban compartiendo con la vecindad. Los vecinos los aplaudían y el Chuqui más fuerte anunciaba la programación....... "esta noche a partir de las 20 horas Murga Asaltantes con Patente, Parodistas Los Chocolates y mucho más, no se lo pierda".
Fue increíble, quienes tuvimos la oportunidad de verlo no lo olvidamos más. Nunca fueron tan felices el Mustang y el Chuqui. Andarán por alguna calle del cielo anunciando el canto de los ángeles.
Muchos no lo conocían por su nombre, lo llamaban Mustang, y él felíz aceleraba su auto imaginario y realizaba sus paseos diarios.
El Chuqui era otro personaje del barrio, con unos lentes gruesos como fondo de botella, y su sueño máximo era ser locutor. Todos los días caminaba por las calles del barrio y con su voz finita iba relatando acontecimientos y repitiendo los populares comerciales de la radio.
Un día se encontraron. Se miraron. Y de repente uno de ellos le sugirió al otro una idea que tenía.
Se sentaron en el cordón de la vereda, hablaron por un largo rato. Los vecinos los miraban sorprendidos, que podía resultar de esa unión era lo que se preguntaban.
Era febrero, mes del carnaval. Luego de un rato se pararon los dos, se acomodaron sus ropas y juntos comenzaron a andar por las calles del barrio ante la mirada atónita de todos.
El Mustang encendió su coche imaginario, aceleró varias veces para calentar el motor, puso primera y arrancó. Detrás el Chuqui con una rama haciendo de imaginario microfono y con su voz finita iba anunciando la programación del tablado del Unión Atlética para esa noche de carnaval.
Los vecinos salían a sus jardines para verlos pasar, y ellos felices como nunca!!! habían juntado sus sueños y lo estaban compartiendo con la vecindad. Los vecinos los aplaudían y el Chuqui más fuerte anunciaba la programación....... "esta noche a partir de las 20 horas Murga Asaltantes con Patente, Parodistas Los Chocolates y mucho más, no se lo pierda".
Fue increíble, quienes tuvimos la oportunidad de verlo no lo olvidamos más. Nunca fueron tan felices el Mustang y el Chuqui. Andarán por alguna calle del cielo anunciando el canto de los ángeles.